Isaías 65:17 “Porque yo crearé nuevos cielos y nueva tierra. De lo pasado no habrá memoria ni vendrá al pensamiento”.
¡Qué verdadera alegría tener la esperanza y a la vez la seguridad de saber que cuando el Señor regrese hará que todo sea nuevo! El mundo en el que vivimos, que está repleto de dolor, caos y sufrimiento, al igual que nosotros, también será redimido y restaurado por Dios. Por la eternidad viviremos en el planeta Tierra en el que nos encontramos, pero todo será glorificado y perfecto como cuando Adán y Eva habitaban en el maravilloso huerto del Edén.
El pueblo de Dios no vivirá en el cielo, ni estaremos flotando por las nubes sin tener nada que hacer. Por el contrario, la Biblia enseña que tendremos cuerpos físicos y que disfrutaremos de la presencia de Dios y del planeta Tierra donde estaremos por siempre jamás. Gracias a la obra que Jesucristo ha realizado en la cruz del calvario todo lo negativo de nuestro pasado quedará realmente en el pasado. Por fin seremos completamente libres de todos nuestros pensamientos pecaminosos, de cada uno de nuestros errores y del daño que recibimos mientras estuvimos de paso por este mundo.
Cuando los seres humanos nos rebelamos contra el Creador el pecado lo afectó y lo destruyó absolutamente todo. El pecado nos ha dañado interiormente a cada persona, el pecado ha roto la preciosa relación que teníamos con Dios y el pecado trajo maldición al mundo perfecto que el Señor creó al principio de los tiempos. Pero la buena noticia es que el evangelio no solo ofrece restauración completa a todo aquellos que creemos en Cristo, sino que, además, la Tierra será transformada, redimida y glorificada para la alabanza de la gloria del nombre del Señor.