Jeremías 11:8

Jeremías 11:8 “Pero no escucharon ni inclinaron su oído; antes bien, se fueron cada uno tras la imaginación de su malvado corazón. Por tanto, traeré sobre ellos todas las palabras de este pacto, el cual mandé que cumplieran, y no cumplieron”.
 
El pueblo de Israel, olvidó y no tuvo en cuenta los diferentes pactos que habían realizado con Dios. Ellos, debían ser obedientes a las palabras de la ley, pero, por el contrario, una y otra vez decidían dejar los mandamientos del Señor para obedecer los deseos pecaminosos que tenían en sus corazones. Cambiaron al Dios que los rescató por los dioses que los esclavizaban. Por ese motivo, el profeta advirtió claramente que se acercaba un espantoso tiempo de juicio y castigo.
 
Debemos ser muy conscientes de que cada uno de nosotros, nos colocamos en el terreno de la maldición cuando voluntariamente decidimos rebelarnos contra la ley perfecta de Dios. Desobedecer el pacto de Dios, es atentar directamente contra su carácter y su santidad. Sabemos que, cuando alguien se rebela contra la autoridad o contra las leyes que han sido establecidas por los hombres, sufre consecuencias. De la misma manera, los seres humanos estamos sufriendo terriblemente por habernos rebelado contra la ley de Dios en el huero del Edén.
 
Finalmente, la maldición y la paga que nos ha dejado el pecado es la muerte tanto física como espiritual. La única solución que tenemos para salir de la condición en la que nos encontramos, es volvernos hacia Dios en arrepentimiento y fe. Solo aquellos que claman y ponen su confianza en la persona de Jesús, podrán ser redimidos, ya que solo la sangre de Cristo puede cancelar nuestros pecados y la deuda que cada uno de nosotros teníamos. Si estás unido a Cristo, puedes vivir tranquilo, feliz y confiado, sabiendo que no hay condenación para todos aquellos que estamos en Cristo Jesús.