Jeremías 1:5

Jeremías 1:5 “Antes de que te formara en el vientre, te conocí, antes de que nacieras, te santifiqué y te di por profeta a las naciones”.

El libro de Jeremías comienza mostrándonos cómo fue su llamamiento y la misión específica que el Señor tenía para con su vida a través del ministerio profético. Cuando Dios salió a su encuentro, lo primero que le dijo, fue que lo conocía desde antes de ser formado en el secreto del vientre, que fue santificado desde antes de nacer y que su vida en la tierra tenía un propósito. Aunque sabemos que este llamado fue personal para Jeremías, lo cierto es que cada uno de los que somos creyentes también contamos con estas tres características.

La palabra de Dios nos muestra en varios lugares, que hemos sido escogidos para salvación desde antes de la fundación del mundo. Cuando el Señor nos elige en su gracia y misericordia, nos aparta o nos consagra para que estemos dedicados para Él. Nosotros hemos sido escogidos y santificados porque Dios tiene un plan y un propósito específico con cada una de nuestras vidas. Todos somos sus siervos, contamos con dones y tenemos un llamado.

Es fundamental y muy importante que no olvidemos estas tres realidades, ya que esto es lo que marca el rumbo y sentido de nuestras vidas. Todos aquellos que hemos sido redimidos por Cristo, sabemos cuál es el verdadero propósito de la vida. Sabemos de dónde venimos, quién nos ha formado, para qué estamos en este mundo, y también tenemos el gozo y la esperanza de saber dónde iremos cuando todo termine. Celebra que has sido escogido y apartado para servir a Dios desde antes de nacer. No des vueltas sin sentido por el desierto de este mundo, vive cada día teniendo muy presente cuál es tu identidad como hijo y siervo del Dios Eterno.