Jeremías 2:13

Jeremías 2:13 “Porque dos males han hecho mi pueblo: me han dejado a mí, fuente de agua viva, y han cavado para si cisternas, cisternas rotas que no retienen el agua”.
 
Los seres humanos (primero en el huerto del Edén y luego en varios momentos de nuestras vidas) hemos cometido los mismos errores que cometió el pueblo de Israel. Hemos dejado a Dios, el cual es la fuente eterna de donde fluyen bendiciones y todas las cosas que necesitan nuestras almas. Pero, además, como estamos sedientos, hemos cavado cisternas que no retienen agua y que siempre nos dejan insatisfechos.
Los seres humanos sin Dios, vivimos completamente sedientes, y por mucho que tratemos de beber en las cisternas de la idolatría o de los placeres que nos ofrece este mundo, siempre estaremos vacíos. El pueblo de Israel rechazó el agua gratuita, pura, refrescante y abundante que ofrece el Señor y en su lugar comenzaron a beber de las cisternas rotas de la idolatría. Necesitamos analizar seriamente nuestro corazón para saber dónde estamos bebiendo.
 
Solo Jesús puede ofrecernos el agua que sacia nuestra sed. Además, lo increíble es que el agua que todos necesitamos la podemos recibir por gracia. Las bendiciones y la salvación de Dios están disponibles gratuitamente para todos aquellos que corran hacia Cristo en arrepentimiento y fe. Como hizo la mujer samaritana cuando se encontró con Jesús, te animamos a dejar el cántaro. Cambia las cisternas rotas por el manantial de vida que Dios desea ofrecerte. Bebe cada día y dile a otros dónde pueden hallar la única agua que sacia la sed de nuestras almas.