Jeremías 20:15

Jeremías 20:15 “¡Me sedujiste, Señor, ¡y me dejé seducir! ¡Más fuerte fuiste que yo, y me venciste!”.

Cuando Dios se propone hacer algo con una persona, su amor siempre termina venciendo y conquistando nuestras vidas. Esto fue precisamente lo que le sucedió al profeta Jeremías. La gracia y el amor de Dios vencieron toda la resistencia que existía en lo más profundo de su corazón. El Dios eterno y poderoso, puede vencernos el pulso en el instante que Él lo decida. A pesar de nuestra incredulidad y rebeldía, su amor es suficiente para conquistarnos, atraernos y transformarnos.

Todos los seres humanos estamos completamente depravados y muertos en nuestros
delitos y pecados. Las personas no podemos y además no queremos acudir a Dios. Debido a nuestra condición espiritual, no podemos responder al evangelio ni mucho menos cooperar en nuestras fuerzas, para obtener la salvación de nuestras almas. Necesitamos desesperadamente que el Espíritu de Dios obre en nuestro interior produciendo vida espiritual, solo de esta manera podremos oír la voz de nuestro amado.

Cuando Dios se presenta en nuestros caminos, no nos obliga, ni nos tuerce el brazo para que le sigamos. Dios nos seduce y nos enamora por medio de su amor, su fidelidad y misericordia. Su gracia es mucho más grande que todos nuestros pecados, su gracia es absolutamente irresistible. Dejemos que el Señor continue venciendo y transformando todas las áreas de nuestras vidas con su gracia y su maravilloso amor.