Jeremías 52:33

Jeremías 52:33 “Le hizo mudar también los vestidos de prisionero, y ya siempre comió pan en la mesa del rey, todos los días de su vida”.
 
El libro de Jeremías, termina contándonos cómo fueron los acontecimientos relacionados con la destrucción de Jerusalén por los babilonios. El templo fue saqueado, quemado y todos los cautivos deportados a Babilonia. Pero, en medio de esta situación, las últimas palabras del libro nos recuerdan que el rey Joaquín, el cual fue llevado al exilio por Nabucodonosor, fue puesto en libertad de su prisión y honrado. Este detalle, nos muestra cómo Dios fue fiel al pacto que hizo con David y sus descendientes, para conservar el linaje que abriría el camino a la llegado de Cristo.
 
A través de este versículo, también podemos recordar, como éramos cada uno de nosotros antes de conocer al Señor. Éramos prisioneros del diablo y del mundo. Pero un hermoso día, el Señor Jesucristo, se presentó en nuestras vidas para liberarnos y restaurarnos. El Señor, en su gracia, al igual que el padre hizo con el hijo pródigo, nos ha quitado los vestidos de prisionero, nos ha vestido como hijos y nos ha dado el privilegio de sentarnos a la mesa con el Padre donde comeremos por siempre.
 
El Señor fue fiel con la vida de Joaquín, porque a través de su descendencia, tenía que venir Jesucristo el salvador del mundo. Pero de la misma manera, el Señor ha sido fiel con cada uno de aquellos que formamos parte de su pueblo elegido. No olvides jamás quien eras y quién eres. Recuerda cada día donde estabas antes y donde te encuentras ahora gracias a la misericordia que Dios ha tenido para con nuestras vidas.