Jeremías 9:24 “Mas alábese en esto el que haya de alabarse: en entenderme y conocerme que yo soy el Señor, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra, porque estas cosas me agradan, dice el Señor”.
La gran mayoría de las personas, buscan ser alabadas, admiradas y reconocidas por sus capacidades o por sus logros conseguidos. Los seres humanos, con mucha facilidad, ponemos nuestra alegría y nuestra identidad en los éxitos o en la aprobación que recibimos de otras personas. El sabio se deleita en su sabiduría, el valiente en su valentía y el rico en sus riquezas. Todos tratamos de ser alabados porque pensamos que eso es lo que nos ofrece valor, seguridad e identidad.
El profeta Jeremías, dijo que, si alguien tuviese que alabarse por algo, que fuera única y exclusivamente por entender y conocer al Señor. Realmente, solo deberíamos de jactarnos por el hecho de poder conocer y tener una relación personal con Dios. Además, la posición y la identidad que tenemos como hijos de Dios, no la hemos obtenido gracias a nuestros esfuerzos, méritos o capacidades. Podemos entender y conocer a Dios porque Él nos ha dado ese regalo y privilegio por gracia, así que, no tenemos motivos para alabarnos, sino que, por el contrario, tenemos que darle toda la gloria a Dios.
No pongas tu confianza, tu identidad y tu deleite, en ninguna de las cosas que este mundo superficial y efímero te pueden ofrecer. Celebra todo lo que has recibido por gracia de la mano bondadosa de tu Dios. No te promociones ni vayas contando a los demás cuáles han sido tus logros y tus éxitos personales, por el contrario, proclama a los cuatro vientos todo lo que Cristo obtuvo para ti a través de su muerte y resurrección.