Nehemías 1:4

Nehemías 1:4 “Cuando oí estas palabras, me senté y lloré, hice duelo por algunos días, ayuné y oré delante del Dios de los cielos”.
 
El libro de Nehemías está en íntima relación con Esdras ya que ambos fueron usados por Dios para reconstruir Jerusalén y traer una reforma espiritual. Cuando Nehemías escuchó la situación en la que se encontraban sus hermanos judíos, su corazón fue quebrantado. Nehemías no se quedó solo emocionado, sino que decidió buscar a Dios en oración y se ofreció para ir a reedificar las ruinas físicas y espirituales que había en la ciudad de Jerusalén.
 
Nehemías no fue insensible ni indiferente al dolor, al sufrimiento y a la angustia de su pueblo. Nehemías oró y lloró, pero sobre todo, actuó. Necesitamos pedirle a Dios que nos dé un corazón y una actitud como la de Nehemías. Nosotros somos la generación más insensible que ha pasado por el planeta Tierra. En un momento, a través del internet nos emocionamos al ver el sufrimiento de otros, pero a los segundos nos reímos contemplando un vídeo con alguna estupidez.
 
El verdadero cristiano no solo oye el sufrimiento, llora y ora; aquellos que son como Jesús, cuando saben que alguien está afligido, lloran, porque tienen un corazón sensible, y oran, porque entienden que se necesita la intervención de Dios. Pero también actúan haciendo todo lo que esté en su mano. El dolor y el sufrimiento no se soluciona solo con oración, necesitamos estar dispuestos a levantarnos para edificar las ruinas que tienen muchas personas y familias. Debemos visitar, abrazar, aconsejar, ofrendar, evangelizar… Pídele a Dios que quite de tu vida la pereza, la indiferencia y la religiosidad, pídele que te saque de tu zona de comodidad, que te de lágrimas por los que sufren y que te ayude a levantarte para amar y servir a las personas de tu generación.