Nehemías 3:6

Nehemías 3:6 “La puerta Vieja fue restaurada por Joiada y Mesulam, quienes la enmaderaron y levantaron sus puertas, con sus cerraduras y cerrojos”.
 
Todos fácilmente podríamos recordar a personas como Moisés, Josué, David o el gran apóstol Pablo. Estos y otros muchos hombres realizaron grandes hazañas, por eso sabemos quiénes son. Pero por el contrario, casi nadie ha escuchado hablar de Joiada y Mesulam. Estos dos hombres no fueron a la guerra, no vencieron a gigantes, ni lideraron al pueblo; ellos simplemente se dedicaron a reedificar las puertas de la ciudad de Jerusalén. Pero esto es lo sorprendente y maravilloso, Dios observa y tiene en cuenta todo aquello que hacemos para Él.
 
Nehemías solicitó ayuda para trabajar y, entre otros muchos, Joiada y Mesulam se ofrecieron para servir voluntariamente. Estos hombres apartaron su tiempo y se esforzaron en enmaderar, levantar y asegurar una de las puertas que daba acceso a la ciudad. Esto es realmente la grandeza y el éxito: personas humildes, sencillas y obedientes que desean servir al Señor en lo que sea necesario. Dios que siempre nos observa. Desde el cielo pudo ver la actitud y el corazón con el que sirvieron estos dos hombres y como recompensa dejó registrados sus nombres en las Escrituras para ejemplo de todas las generaciones.  
 
Se necesitan personas como Joiada y Mesulam que decidan servir al Señor donde sea necesario. La grandeza y el éxito para Dios es ser fiel en lo poco. Recuerda que el más grande de todos se hizo hombre y sirvió lavando los pies de un grupo de pecadores. Como dice la Palabra: todo lo que hagas, hazlo para la gloria de Dios. Ofrécete para servir en todo lo que puedas, no busques ser famoso o reconocido, por el contrario, dedícate a servir con gozo ante la atenta mirada de aquel que todo lo ve. No esperes el aplauso o el reconocimiento de los hombres, sirve solo con el deseo y la motivación de agradar a tu Padre Celestial.