Oseas 3:1

Oseas 3:1 “Me dijo otra vez el Señor: Ve y ama a una mujer amada de su compañero, pero adúltera; así ama el Señor a los hijos de Israel, aunque ellos se vuelven a dioses ajenos y les gustan las tortas de pasas”.
 
Gomer fue infiel a su esposo Oseas una y otra vez hasta que se fue de casa para entregarse por completo a sus amantes; su rebeldía le hizo perder absolutamente todo. Pero el Señor vino por segunda vez ante Oseas para decirle que una vez más debía buscar, amar y perdonar a su esposa infiel tal y como Él lo hace con su pueblo. A través de este acontecimiento podemos ver la verdad del evangelio sobre el amor constante de Dios por Su pueblo a pesar de sus muchas faltas.
 
Nuestro corazón en muchas ocasiones es adúltero como era el corazón de Gomer, y a pesar de nuestros errores y de cambiar al Señor por otros ídolos, Dios ha decidido amarnos de manera incondicional. Oseas estuvo dispuesto a comprar y entregar un alto precio por alguien que no valía absolutamente nada, de la misma manera que Dios ha decidido comprarnos por medio de la valiosa sangre de su amado hijo Jesucristo. Ahora ya ni le pertenecemos al diablo, al mundo, al pecado, o a los ídolos, ni tan siquiera a nosotros mismos: ahora somos del Señor.
 
El amor de Dios por su pueblo pecador es algo que procede directamente de Él. Dios no nos ama porque nosotros le amemos o por el valor que teníamos, ya que, cuando Él decidió amarnos, cada uno de nosotros estábamos completamente depravados y muertos en nuestros delitos y pecados. Qué asombroso es el amor del Señor, ¡su amor es incondicional, su amor no cambia, su amor no tiene límites, su amor lo recibimos y experimentamos por Gracia!
El motivo del amor gratuito y electivo de Dios se encuentra en sí mismo, no en el objeto de Su elección. Esto es lo que hace que la Gracia sea tan maravillosa. Trata de recordar y valorar cada día el inmenso amor que Dios ha derramado sobre tu vida.